febrero 28, 2007

Siempre quise ser invisible.
Pero cuando él elige no verme, ya no me gusta.
En esos momentos,
me disfrazaría de cualquier cosa,
con tal de que sus ojos me indagaran un rato.
Aunque sea.
Podría ser un ventilador
para ahuyentarle el flequillo que descansa
sobre sus pupilas ciegas;
O su canción preferida para que al tararearla,
me absorbiera en su garganta
y me dejara quedar ahí.
Y yo evitándole el bostezo,
tan en penumbras, en esa caverna, toda para mí.
Si él me dejara quedar ahí.
Aunque sea.

febrero 26, 2007

Oda al muerto que respira

Señor, ese muerto respira.
Mire bien, ese muerto se mueve,
¿no ve?
Fíjese, por favor, ¡qué susto!
¡Ese muerto se mueve y me da miedo!
¡Es que no está muerto!
Me provoca.
Yace ahí, inerte,
pero aún no ha perecido.
Su respiración es tan pesada
y tan grueso el ruido,
que no puedo desenvolverme con ganas
ni acometer mi cometido.
Mire bien, está haciendo trampa.
No es cierto que no vive,
si está más vivo
que un muerto que respira.
Ella intentó depositarlo en el ataúd de los recuerdos,
pero su respiración le agitó el pelo.
Pensó en recostarlo de lado,
-así estaría más cómodo-
pero él estornudó desde su tierna grandeza.
Finalmente, intentó darlo vuelta,
su hermosa nariz olería la hierba de su conciencia,
pero él despidió una de esas miradas tan alusivas...

febrero 05, 2007

Disfruta el silencio


La razón por la que en mis películas hay personas que no hablan es que algo las ha herido profundamente. Su confianza en otras personas se ha visto destruida por promesas incumplidas.(...) Los personajes de mis películas no son tontos, simplemente no creen en la comunicación verbal. Cuanto más vive uno, menos cree en la palabra hablada. Hablar es lo más conveniente para los seres humanos, pero yo quiero mostrar el comportamiento y la naturaleza humana antes que a gente hablando. No hay mentiras en los movimientos de los seres humanos; son honestos, ya sean buenos o malos.

Kim Ki-duk
Director de Hierro 3

Lou Andreas Salomé pensó:



Amamos al otro, como representante del proceso de nuestra fusión, en el acto sexual con el exterior de las cosas, normalmente inalcanzables. El o la amante son el medio por el cual nos habla la vida. Los amantes quieren serlo todo el uno para el otro: compañeros, niños jugando, jueces severos, ángeles piadosos. Pero el propósito se logra únicamente si el otro no abandona sus particularidades. Ya que dos son sólo uno si siguen siendo dos. Para la pasión amorosa, no existe peligro más grande que el intento –nacido merced a una loca fascinación por el otro– de amoldar, de manera artificial, el propio ser a la manera de ser del otro.

Extraído del diario Página 12